Para elegir un fin que le dé sentido a mi vida y que sea un
bien supremo desde su onticidad. Tengo que asomarme a profundidad a través del
horizonte para vislumbrar el camino a escoger: para qué vivo y hacia a dónde
voy.
He tomado varias direcciones en lugar de otras por medio de
mi voluntad. Caminos que durante el recorrido han sido largos. Serenos y
tortuosos que me han llevado hacia donde estoy y en donde me encuentro
plenamente en el aquí y ahora.
Cuando me pregunto por el significado de la vida, mi
contestación está hecha de palabras, de reflexión y muy pocas veces de una
conducta y una actuación recta; lo cual esto último es lo más apremiante y
complicado para mí. Ya que vivir significa asumir la responsabilidad de
encontrar la respuesta correcta a los problemas que la vida plantea, aunque a
veces resulte difícil definir el significado de la vida y sus complejidades más
elementales que a cada paso me aquejan, pero que siendo responsable, puedo
contestar a la vida y elegir mi fin último. Un ideal perpetuo.
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