martes, 25 de febrero de 2014

MI PROBLEMA FILOSÓFICO: SOBRE EL CONCEPTO DEL MUNDO


SOBRE EL CONCEPTO DEL MUNDO

EXISTIR SIGNIFICA EXISTIR EN UN MUNDO

El concepto de "mundo" tiene origen cristiano, y más específicamente paulista. En las cartas de San Pablo, mundo, el kósmos, era la región de donde se hallaba ausente Dios. El mundo era la región de la sárks o del soma (de la "carne" y del "cuerpo", o sea, respectivamente, de la existencia culpable y de la existencia no tocada por la kháris, por la Gracia Divina). Dios está "fuera del mundo", Dios está por encima en relación al mundo, el mundo es la negación de Dios. Por eso son límites del mundo la angustia y la muerte, y está en él nuestro existir, la hamartia, el "pecado", lo incierto. Pero será a través de la angustia y de la muerte que encontraremos a Dios.


El mismo tema paulista es retomado por Karl Barth, quien habla de la "infinita diferencia cualitativa" entre Dios y el mundo. También partiendo de San Pablo y del Nuevo Testamento, Heidegger desarrolla en Ser y tiempo una refinadísima analítica de la existencia mundana. No "hay" mundo; el mundo se da en la existencia, ser es ser-en-el-mundo (cuando soñamos, aun así estamos dentro de un mundo, con las experiencias del espacio —de la existencia del espacio y del tiempo —de la existencia del tiempo— intactas). En el mundo no hay "cosas", hay instrumentos, cosas que sirven para. . . El martillo para clavar clavos, la ropa para vestirnos. Los instrumentos se encadenan según una "totalidad de relaciones", y su red está ligada a la red de significaciones dentro de las cuales participamos. Porque ser-en-el-mundo es situarse en la "comprensión" de todas las cosas que están, en ese momento, dentro del mundo. Hay incógnitas sobre lo que va a suceder, o sobre lo que sucedió o sucedería: pero no hay incógnitas sobre lo que vivimos y lo que usamos; el mundo es siempre comprensible, aprehensible. Esta comprensibilidad, no obstante, desaparece cuando irrumpe la angustia, que convierte en "nada" a las cosas del mundo. La angustia destruye los sentidos de las cosas, "nadifica" el mundo.

EL HOMBRE DE MUNDO

No amé al mundo, ni el mundo me quiso a mí.
No adulé sus jerarquías, ni incliné
paciente rodilla a sus idolatrías.
No he forzado sonrisas en mis mejillas, ni gritado
 adorando un eco; entre la multitud
 no me contaron como uno más.
 Estaba con ellos, pero no era de ellos.
Estuve y estaré solo, recordado u olvidado.

Childe Harold, canto III, CXIII

Lord Byron.